Los días, eternos.
La cama, inmensa.
...
O encontrarte por la calle con gente que te mira de arriba a abajo y te dice: "¿Qué estáis, de despedida?". Y te dan ganas de contestarle... "No, venimos de misa, ¿no se nota?"
Y después de la tarta... ¿Qué viene después de la tarta? Pues depende de la novia y de la despedida. Yo he visto un poco de todo con este tema, me explayo en él...
En mi propia despedida, que fue la más sosa del mundo por voluntad propia, nada de pollitas ni de boys. Amenacé a mis amigas y hermanas para evitar por todos los medios que apareciera en aquella cena un tipo a mostrarme y restregarme sus musculitos. Y no es que no me molara la idea, tampoco soy tan rancia, pero es que en Salamanca no hay gran variedad de boys (casi casi los conocemos a todos) y unos meses antes habíamos contratado uno para la despedida de una amiga, a la que sí le iba el tema, y a poco nos mata. Cuando vimos entrar en el bar donde cenábamos a aquel muchacho, escuálido, feo, pequeñín, sudoroso... de nombre Kevin, vestido de policía... casi nos morimos... y encima habíamos contratado un streeptease integral, no os cuento más. La novia estuvo días casi sin hablarnos, por poco nos retira la invitación a la boda.
El caso es que a mí aquel tipo me quitó las ganas de boy y mis amigas (como buenas amigas que son) y hermanas decidieron hacerme caso. Una vez en el restaurante se rebelaron y estuvieron llamando a tíos que se anunciaban en el periódico. Pero desistieron después del segundo que les dijo: "Streeptease no, sólo follar". En ese momento yo dije: "Bueno, pues nada, que venga, que venga. Si tantas ganas tenéis de ver carnaza...". Era broma pero la mirada que me lanzó mi cuñada (hermana de mi futuro) me heló la sangre en las venas...
La última despedida a la que asistí fue aliñada con todos estos ingredientes (orejitas, novia disfrazada de hada con su varita mágica y todo, lacitos, vamos, un poco pijolandia), aunque la verdad es que no me resultó del todo desagradable porque acudimos a un restaurante que se llama "El Tormento", con cena y espectáculo de drag-queens y algunos mozalbetes bailando.
Las drags me parecieron super divertidas, tan políticamente incorrectas, tan transgresoras, tan alucinantemente maquilladas, con nombres tan divertidos como Chichi Crawford o Tormento Cruz y tan sumamente hábiles sobre esos tacones y plataformas.
Lo cual no restó ni ápice de vergüenza (propia y ajena) cuando miraba a mi alrededor y veía a más de cien mujeres chillando como locas al compás de los meneos caderiles de los muchachos. Yo entre ellas. Para qué vamos a negarlo. Que una es vergonzosa, pero de carne y hueso.
Aquí un ejemplo del "todo incluido". Ésto es lo que nos encontramos en el baño de nuestra habitación. Ron, tequila, ginebra y whisky gratuitos...