lunes, 1 de febrero de 2010

Aire fresco (II)



Y el aire fresco llega… Y se lleva toda la mierda que emponzoña los pensamientos y el alma. A veces hace falta que alguien te abra los ojos y te ayude a aplicar un poco de sentido común, te empuje a pararte a pensar con lógica, te haga escuchar y no inventar, te reconduzca para no dejarse llevar por una imaginación desbordada que sólo conduce a la paranoia.



Y el aire fresco llega… Y devuelve la tranquilidad y las ganas de risa. A veces hace falta meter la pata y saber pedir perdón por el error, darte cuenta del absurdo de tus pensamientos, pensar en las cosas que realmente merecen la pena, en las personas que realmente merecen la pena, confiar.



Y el aire fresco llega… Y disipa los miedos y reinventa la luz. A veces basta con poner en una balanza las realidades, las verdades, las certezas, y reírte de la levedad de los absurdos que hace apenas unas horas pesaban toneladas.



Y el aire fresco llega… Sólo hace falta saber abrir la ventana. Y, sobre todo, aprender a no volver a cerrarla.