Pero también conocí otra cara, la cara de la pobreza más absoluta, de la mendicidad, de los miles, millones, de seres humanos que (mal)viven y (mal)mueren en la calle. Los dos primeros días esta cara de la India me produjo muy malas sensaciones, hasta el punto de plantearme abandonar el viaje. Hasta que pensé… “Rocío, no puedes cambiar esto, aquí y ahora, intenta disfrutar de lo positivo”.
Y eso hice, disfruté de lo positivo, pero sin olvidar nunca esos ojos tristes, esas caritas llenas de mocos y de hambre. De hecho, uno de los sitios donde más disfruté fue en una pequeña aldea, Luni, donde salimos a pasear con nuestro guía, y los niños nos rodearon, nos enseñaron sus juegos y también… sus trabajos.
Pero no quiero irme por las ramas… vamos a lo que vamos. A la vuelta del viaje, me dije“Ahora quizás sí sea el momento de cambiar algo, o al menos de intentarlo”. Decidí apadrinar un niño de la India. Me daba un poco de reparo, con algunas cosas como se oyen por ahí sobre ONGs, fundaciones y asociaciones…
Pero conocí a Vicente Ferrer y su fundación. Me inspiró confianza.
El barcelonés Vicente Ferrer llegó a la India, a Mumbai (Bombai) en el año 1952 como misionero jesuita. La India le atrapó hasta tal punto que dedicó toda su vida a tratar de ayudar a los más pobres. Esto trajo consigo amenazas por parte de algunos dirigentes, que consiguieron una orden de expulsión del país. Pese a la protesta de más de 30.000 campesinos apoyados por intelectuales y políticos, Vicente tuvo que salir de la India en 1968. Al año siguiente ya estaba allí de nuevo, como había dicho Indira Gandhi, quien sí le apoyó en su labor.
Entonces se instaló en Anantapur, al sur de la India, lugar donde se instaló definitivamente. En ese mismo año, 1969, dejó la Compañía de Jesús. Creó la organización “Fondo de Desarrollo Rural” y la Fundación Vicente Ferrer. Y en 1970 se casó con la periodista británica Anne Perry, quien ha sido su compañera hasta el final de sus días. En 1998 recibió el premio Príncipe de Asturias a la concordia.
En Anantapur, el padre Ferrer (y su fundación), trabajó duro, muy duro, construyendo viviendas, hospitales y escuelas, canalizando el agua y desarrollando la producción agrícola. Formando a los niños y desarrollando estructuras de formación profesional. Y tratando de equiparar los derechos de la mujer a los del hombre, ofreciendo microcréditos para la creación de pequeñas empresas.
Y conociendo todo esto decidí apadrinar. Y apadriné una preciosísima niña a través de la Fundación. 18 euros al mes. Tú sabes que realmente tu dinero no llega directamente a esa niña, pero que contribuye a que tenga un futuro mejor porque se destina a desarrollar la comunidad en la que vive.
Y así cada poquito recibo información sobre la niña, fotos y dibujos, cartas incluso. Me hace mucha ilusión. También mandan un informe con lo que se hace con el dinero, los proyectos que están en marcha, los que se están desarrollando para el futuro.
En la página de la fundación también puedes ver que organizan viajes a la India, con parada en Anantapur. Allí te enseñan las escuelas, los campos, los proyectos… Allí puedes conocer a tu apadrinado. Allí a veces conoces a los Ferrer. Me encantaría volver a la India y conocer el trabajo que ha hecho Vicente Ferrer.
Lamentablemente a él ya no podremos conocerle. Ha fallecido, en Anantapur, esta madrugada a los 89 años. Espero que tanto su mujer como su hijo, y sus colaboradores, sigan adelante con el trabajo que él inició en 1952.
8 comentarios:
¡BUEN HOMENAJE!
¡GRACIAS!
Lo has contado mejor que la prensa. Me faltaba información y te lo agradezco.
Hay viajes que se nos quedan para siempre en la memoria. Y personas que dejan detrás de sí una estela de gigantes.
ana
ana (el otro día no me salía identificarme, ya aprendí)
Suerte para tí que pudiste estar ahí y verlo. Y sobretodo suerte (bueno, no exactamente suerte, pero se me entiende) por haber dado el paso de lanzarte y hacer eso que todos pensamos alguna vez, pero muchas veces no terminamos de lanzarnos... ¡enohorabuena por apadrinar! es una pequqeña ayuda, pero quizá la manera más eficaz en la que un ciudadano anónimo del primer mundo puede hacer algo por cambiar las cosas, como dices tu.
Es cierto que hay viajes que te marcan, y este de la India desde luego lo hizo...
En cuanto al apadrinamiento no es más que eso, una pequeña ayuda, pero es muy gratificante pensar que al menos, haces algo, por poco que sea...
Con lo que me gusta viajar, y las pocas oportunidades que tengo. La India es uno de ese par de docenas que tengo pendiente de visitar.
Todo el mundo dice que es toda una experiencia conocer la India.
Salu2
Lo es, Markos. A mí me gustaría volver, para conocer la zona sur de país. Quizás algún día... Si tienes la oportunidad, no dejes de conocer la India. Antes que otros destinos, no lo dudes. Saludos
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