martes, 30 de junio de 2009

SÓLO IMAGINA


No fue por lograr el éxito.
No fue por reconocimiento.
Ni siquiera fue por afán de superación.
Sólo fue por amor.

(Cualquier otra palabra sobra)

lunes, 29 de junio de 2009

EL VERANO COMIENZA LA NOCHE DE SAN PEDRO


Ocurrió hace quince años, quizás dieciséis… Una noche de San Pedro.

En un pueblo del norte, un pueblo de calles estrechas, empinadas escaleras y casas de colores que parecían colgadas sobre el puerto. Un pueblo de aroma marinero, de gentes amables de voces alegres.

Un pueblo que celebraba sus fiestas grandes. Un pueblo reunido en una plaza para escuchar L´Amuravela que, como año tras año, siglo tras siglo, comenzaba así:

En el nombri de Jesús
y la Virgin Soberana,
vou ichar l'Amuravela
comu San Pedru asperaba.

Entre el gentío había una niña, de unos quince años, quizás dieciséis. Perdida entre la multitud y sin entender una palabra de pixuetu, en lugar de escuchar sólo buscaba. Buscaba una cara, buscaba unos ojos. Le rogaba a las xanas (esas pequeñas hadas que acababa de conocer) que lo trajeran hasta ella.

Y sus ruegos fueron escuchados y allí, en el puerto de Cudillero, oliendo a mar y a fiesta, sus ojos verdes se reencontraron con aquellos ojos negros. Era un guaje de unos catorce años, quizás quince. Él le guiñó uno de esos ojos negros y, sonriendo, desapareció de nuevo entre la gente.

El día se hizo largo. Hasta que el mar se tragó el sol y el día se transformó en noche. La noche de San Pedro. La noche mágica en que, desde entonces, comienza el verano.

Se encontraron de nuevo a la puerta de la Iglesia de San Pedro. En el revuelo de las risas aún infantiles, con la música de la verbena como banda sonora de la escena, él se acercó a ella y cogiéndola de la mano la condujo por las escaleras que hay tras la iglesia, hasta uno de los miradores. Y mirándola con aquellos ojos negros dijo, susurrando: “Hola niña”. Ella respondió con un hilo de voz, “hola guaje”. Y entonces él la besó. Con esos labios adolescentes, que sabían a fiesta y a mar.

Y a aquel siguieron muchos besos aquel verano. Besos de risas y playa. Besos de arena y miradores. Besos de olas y sueños. Besos de xanas y praderas. Besos de verano y de juventud.

Y el verano acabó con un corazón de plata dividido en dos mitades, una mitad reflejada en unos ojos negros. Otra mitad en unos ojos verdes. Dos pares de ojos que lloraron el final de un verano que, sabían, nunca volvería a repetirse.

Y desde entonces, el verano comienza la noche de San Pedro.


viernes, 26 de junio de 2009

WHO´S BAD?


Le conocí cuando yo tenía 13 años, allá por el 90. Yo era una preadolescente curiosa. Él tenía 31 años. Era guapo. Me parecía guapo. Se dedicaba a la música. Llevaba haciéndolo desde que era un niño. Se llamaba Michael Joseph. Todos le conocían por Michael Jackson, Jacko o el Rey del Pop.

Recuerdo que lo primero suyo que escuché fue el album Bad, que por aquel entonces aún sonaba en las emisoras de radio. Encontré una cassette en el hotel de mis tíos y me la llevé a casa.

Recuerdo que no podía parar de escuchar aquella cinta. No sólo el Bad o Smooth Criminal, cuyos videoclips son auténticas obras de arte. Me apasionaron Dirty Diana o Man in the Mirror.

Entonces no había Internet. Sólo radio, algunos programas musicales en la tele y revistas como la Superpop. Yo no paraba de escuchar aquella cinta, me aprendí cada canción, cada palabra…

Y comencé a seguirle, a buscar otros discos. Me encantó Off The Wall, sobre todo con “Don´t stop till you get enough”, también con “Rock with you”. Pero cuando ya me volví loca de remate fue al descubrir Thriller. Yo sabía que existía, quién no conoce Thriller, pero desgranar cada canción de aquel disco fue un verdadero placer, las potentes Thriller, Beat it (con el increíble solo de guitarra de EddieVan Halen, quien por cierto, cuando recibió la llamada del productor Quincy Jones, no se creyó la oferta) o Billie Jean, se mezclaban con canciones tan divertidas como The Girl is Mine, a duo con Paul McCartney.

Fue una época de auténtica fan. Empapelé las paredes de mi habitación con posters suyos, le llevaba al colegio en mi carpeta, y me pasaba el día escuchando su música en mi walkman, viendo sus videos… Conocía cada anécdota, estaba siempre enterada de su última aparición, intenté el moonwalk sin éxito alguno, me relacionaba (por correo, no existía el mail ni los teléfonos móviles) con otros fans. Además de su música admiraba su contribución a causas benéficas, no en vano él es la persona que más dinero ha donado a causas benéficas. Quién puede olvidar el éxito We Are The World, escrita junto a Lionel Richie, que reunió a 21 artistas de gran prestigio, y cuyos beneficios fueron destinados a programas para paliar el hambre en Etiopía. Además fue nominado dos veces al Premio Nobel de la Paz.

En fin, mi madre estuvo a punto de llevarme al psicólogo.

Y en el 91llegó Dangerous, precedido por el single Black or White. Volvía el Rey del Pop… A mis 14 años disfruté tanto con aquel disco… Compré los videclips (en VHS), el vinilo (sí, vinilo, quería la portada grande!!!) no paraba de sonar en mi cuarto… Aunque las canciones más conocidas son Black or White (el video de las caras, con Slash de Guns ´n Roses a la guitarra), Dangerous o Remember the Time (el vídeo ambientado en el Egipto de los faraones, con Eddie Murphie y Magic Jonson y la modelo Iman), mis favoritas siempre fueron “In the closet” (hipnótico video con Naomi Campbell) y la megabalada Who is it.


Además contenía otra canción, tipo We Are The World, que se llamaba Heal The World, canción que fue grabada en castellano por un grupo de unos 200 fans, en Barcelona en el verano de 1993. Entre aquellos fans, estaba yo.

El Dangerous fue un gran éxito, como lo habían sido todos sus discos hasta entonces. Pero esa etapa fue el inicio de la cara B de su vida. Esa cara más oscura en la que el propio Jacko se perdió. Siempre había sido un poco excéntrico pero en esas fechas comenzó la debacle del Rey del Pop. Su aspecto fue deteriorándose al mismo tiempo que su imagen pública se veía manchada por acusaciones de pederastia (nunca probadas, pero con mucho misterio e incógnitas por medio), por excentricidades relacionadas con su seguridad y con una obsesión por su salud (máscaras, cámaras de oxígeno), que rayaba en la enajenación mental.

Se casó dos veces, una de ellas con la hija del otro rey, el del rock, Lisa Marie Presley. Tuvo tres hijos. Editó tres discos más (History, Blood on the Dance Floor y Invencible), pero nunca volvió a ser el mismo. Su condición de ídolo de la música se había diluido, aplastada por el peso de su vida de degenerado Peter Pan.

A mí me siguió gustando, pero mi pasión adolescente también se diluyó con el tiempo y con las excentricidades. Sigue emocionándome escuchar algunas canciones, aún recuerdo cada letra, pero dejó de ser una obsesión allá por el 93.

En fin, Jacko murió ayer, a los 50 años.
Al principio no podía creerlo.
Me dio pena.
Lloré un poco.

jueves, 25 de junio de 2009

BURBUJAS LEJANAS

Hay viajes que se te quedan grabados en la memoria para siempre. Son esos viajes a lugares (más o menos lejanos) en los que vives experiencias, conoces personas o ves paisajes que hacen que algo se te mueva por dentro.

Decidir destino es a veces complicado. ¡Queremos ir a tantos sitios! ¡Queremos hacer tantas cosas! ¡Y tenemos tan poco tiempo y/o dinero!

Una vez decidido el destino, llega la fase de preparación. Organizar el viaje es ya toda una aventura, es una primera forma de viajar. Buscar información en Internet, leer foros y blogs, pasearte por las agencias y ojear catálogos, comprar una guía del país o la ciudad son una forma de empezar a saborear el viaje. Organizas tus rutas e itinerarios, decides qué tipo de viaje quieres… ya te ves pateando esas calles, perdiéndote entre las gentes, percibiendo olores y sabores…

Y, por fin, llega el gran día. Cargado con tu maleta, con tu bolsa, con tu cámara de fotos, echas la llave a la puerta de tu casa. Sientes mariposas en el estómago. Te sientes alegre y un poco nervioso. Pero tan feliz!!!

Tras pasar todos los trámites pertinentes en el aeropuerto, el avión te espera. Una vez sentado en él, con la sensación de que has olvidado algo en casa pero sin saber qué (lo que, en mi caso, es señal de que no he olvidado nada, no sé muy bien por qué), por fin te relajas… cierras los ojos… vuelas…sueñas…

Y en tan sólo unas horas, tu cuerpo despierta en cualquier rincón del mundo. Ese lugar que, por unos días, va a ser tuyo. Aunque el aeropuerto parezca tan similar al de tu lugar de origen, ya notas las diferencias: huele distinto, se siente distinto…

Y cuando cruzas la puerta, dejando atrás lo conocido, sabes que estás entrando en una nueva dimensión, en una pequeña burbuja en el espacio y en el tiempo, una burbuja que pervivirá durante un tiempo determinado, una burbuja donde reirás, olerás, observarás, amarás, llorarás, descansarás, aprenderás, charlarás, disfrutarás, bailarás, beberás, besarás, caminarás, saborearás, percibirás…vivirás experiencias que solamente tendrán sentido por completo en el interior de esa burbuja. Porque ninguna fotografía, ningún video, ningún relato podrán, después, una vez la burbuja haya estallado, describir fehacientemente lo que tú, y sólo tú, experimentaste durante aquellos días.

Y es que hay viajes que se te quedan grabados en la memoria para siempre.

miércoles, 24 de junio de 2009

LOS ESCARABAJOS VUELAN AL ATARDECER


Cuando era niña, pongamos que hace unos 20 años, cada tarde, al salir del cole, mis pies hacían el mismo recorrido… Desde Raimundo de Borgoña hasta el centro de Salamanca, a la calle Peña Primera, donde se encontraba (y encuentra) la Biblioteca Sánchez Ruipérez. Era el lugar donde, a última hora de la tarde, mi abnegada madre hacía la última de las tres paradas de recogida escolar.

Era una biblioteca especial porque era mucho más que eso. La biblioteca Sánchez Ruipérez forma parte de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, existe desde el año 1981 y es una fundación sin fin de lucro que busca fomentar y desarrollar actividades culturales, sobre todo las relacionadas con la lectura. Tiene cuatro sedes: de la que os estoy hablando, en Salamanca, que es el “Centro Internacional del Libro Infantil y Juvenil”; dos en Peñaranda de Bracamonte: el “Centro de Desarrollo Sociocultural” y el “Centro Internacional de Tecnologías Avanzadas”; y la cuarta y última en Madrid, el “Centro de Investigación y debate”. Si queréis más información, podéis verla aquí .

Pero volvamos a la infancia… Al llegar a la biblioteca dejabas la mochila en la consigna de la entrada y te adentrabas en el increíble mundo de los cuentos, de los juegos, de los libros… La biblioteca era una sala enorme, con amplios espacios para sentarse a leer y a jugar los libros. Estaba dividida por zonas, diferenciadas por edades. Muy colorida, con un ambiente cálido que invitaba a que las palabras se colaran en tu mente, creando imágenes y soñando historias.
Recuerdo que cada niño tenía un cuaderno (que si no recuerdo mal, no podía sacarse de la biblioteca), donde teníamos que anotar el libro que habíamos leído, un pequeño resumen y una valoración. Así, no sólo leías, sino que también tenías que analizar, valorar, pensar…

Se hacían actividades relacionadas con los libros, como cuentacuentos o talleres de ilustración para un cuento determinado. Había unas monitoras (entonces las llamábamos así, no sé cómo las denominarán ahora) que estaban pendientes de los niños, te recomendaban libros, te ayudaban a elegir, y una cosa fundamental… te obligaban a usar el diccionario cuando leías y no entendías el significado de alguna palabra. Desde entonces tengo esa costumbre de tener siempre un diccionario cerca y si no conozco una palabra, no la dejo pasar…

De aquella época recuerdo sagas juveniles, sobre todo las de Enid Blyton, que eran para mí como Harry Potter para los niños de hoy… Buscaba todos los libros y los devoraba con ansia… Destacar la saga de “Los Cinco”, que corrían tantas aventuras y bebían cerveza de jengibre, o los “Siete secretos”. Me apasionaban tanto estos libros, que con 14 años me inventé mi propio grupito “Los seis misterios” (el cinco y el siete ya no estaban disponibles) y les escribí un librito de 100 páginas que se llamaba “Los seis misterios y las monedas robadas”. Cuando mi madre se enteró de que andaba en aquellas, lo mandó a un concurso de literatura infantil, pero me lo devolvieron tal y como fue enviado… era malo, muy malo!!!

También de Enid Blyton me gustaba la saga “Santa Clara” que trataba de unas mellizas, Pat e Isabel, que iban a un internado (el “Santa Clara”), que nada tiene que ver con el de Antena 3… Aquel era alegre, se hacían bromas, ¡yo quería ir a ese internado! También me recuerdo leyendo las aventuras de Celia, la saga de los Hollister de Jerry West…

Y recuerdo especialmente una autora que me parecía simplemente increíble, que me enganchaba con cada una de sus historias. Era una autora sueca, María Walter, pero que aquí conocemos como María Gripe. Entre sus libros (casi todos editados por Barco de Vapor, esa grandísima colección de libros infantiles y juveniles), destacan “Hugo y Josefina”, “La hija del espantapájaros” y “Los hijos del vidriero”. Pero sin duda de entre los libros de María Gripe me quedo con el que creo fue mi libro favorito de la adolescencia, y que he releído en múltiples ocasiones “Los escarabajos vuelan al atardecer”, del año 1983. Aún recuerdo la portada (al menos de la edición que yo tenía), un tablero de ajedrez con un alfil blanco, vencido, junto a un escarabajo negro. Trata de unos jóvenes a los que encargan regar las plantas de una vieja mansión durante un verano. Pero ese acto tan banal acaba convirtiéndose en una auténtica aventura, aderezada con una incompleta partida de ajedrez, una extraña planta y el escarabajo, que aparece en los momentos más álgidos. No sé cuántas veces leí aquel libro, entonces y años después.

Las visitas a aquella biblioteca se prolongaron durante años. Más tarde inauguraron una sala de estudio, en la primera planta, junto a la sala de préstamo (si no recuerdo mal), donde también se podían ver videos y escuchar música, e iba allí a estudiar por las tardes.

Sin duda, la Sánchez Ruipérez fue un lugar que me marcó para siempre, donde me enseñaron a leer y a disfrutar con un buen libro entre las manos, un lugar que me trae miles de recuerdos a la mente y una gran sonrisa a la cara.

lunes, 22 de junio de 2009

EL NIÑO BOMBA


Carmen cerró la puerta tras ella. Los gritos de Carlos la hicieron estremecer una vez más. “!Ojalá te mueras, puta!”.

Atrapado en su propio tormento interior, Carlos siempre había sido un niño-bomba. Estallaba cuando Carmen menos lo esperaba, destrozándola, rompiéndola en mil pedazos. Había rastros de su alma pegados contra la pared, trozos de su corazón pisoteados en el suelo.

“Ya no puedo más, mi niño, ya no podemos más”. Carmen dio media vuelta a la llave del cuarto de su hijo.

"!Puta, sácame de aquí!”, gritaba su niño de 23 años.

El veneno no tardaría en hacer efecto, paralizando su cuerpo, sin sufrimiento, sepultándole en un dulce último sueño. “No puedo vivir contigo, pero tampoco sin ti. No puedes vivir sin mí, pero me odias más que a nada en este mundo. No podemos seguir así, mi niño”.

Esperó a que los gritos bajaran en intensidad. Cuando ya no pudo oir nada, se dirigió al baño, y se metió en la bañera, previamente llena, y dejó que su alma se derramara, tiñendo de rojo el agua.

viernes, 19 de junio de 2009

LA INDIA DE VICENTE FERRER

En el año 2006 hice un viaje de 15 días por la región de Rajastán, en India. Fue un viaje de lujo (era mi luna de miel), en que la agencia había organizado una ruta increíble, durmiendo en los palacios de los antiguos marajás. Fue una experiencia única e irrepetible, conociendo una de las caras de la India, la cara de las sonrisas blanquísimas y de la amabilidad absoluta.

Pero también conocí otra cara, la cara de la pobreza más absoluta, de la mendicidad, de los miles, millones, de seres humanos que (mal)viven y (mal)mueren en la calle. Los dos primeros días esta cara de la India me produjo muy malas sensaciones, hasta el punto de plantearme abandonar el viaje. Hasta que pensé… “Rocío, no puedes cambiar esto, aquí y ahora, intenta disfrutar de lo positivo”.


Y eso hice, disfruté de lo positivo, pero sin olvidar nunca esos ojos tristes, esas caritas llenas de mocos y de hambre. De hecho, uno de los sitios donde más disfruté fue en una pequeña aldea, Luni, donde salimos a pasear con nuestro guía, y los niños nos rodearon, nos enseñaron sus juegos y también… sus trabajos.

Pero no quiero irme por las ramas… vamos a lo que vamos. A la vuelta del viaje, me dije“Ahora quizás sí sea el momento de cambiar algo, o al menos de intentarlo”. Decidí apadrinar un niño de la India. Me daba un poco de reparo, con algunas cosas como se oyen por ahí sobre ONGs, fundaciones y asociaciones…

Pero conocí a Vicente Ferrer y su fundación. Me inspiró confianza.

El barcelonés Vicente Ferrer llegó a la India, a Mumbai (Bombai) en el año 1952 como misionero jesuita. La India le atrapó hasta tal punto que dedicó toda su vida a tratar de ayudar a los más pobres. Esto trajo consigo amenazas por parte de algunos dirigentes, que consiguieron una orden de expulsión del país. Pese a la protesta de más de 30.000 campesinos apoyados por intelectuales y políticos, Vicente tuvo que salir de la India en 1968. Al año siguiente ya estaba allí de nuevo, como había dicho Indira Gandhi, quien sí le apoyó en su labor.

Entonces se instaló en Anantapur, al sur de la India, lugar donde se instaló definitivamente. En ese mismo año, 1969, dejó la Compañía de Jesús. Creó la organización “Fondo de Desarrollo Rural” y la Fundación Vicente Ferrer. Y en 1970 se casó con la periodista británica Anne Perry, quien ha sido su compañera hasta el final de sus días. En 1998 recibió el premio Príncipe de Asturias a la concordia.

En Anantapur, el padre Ferrer (y su fundación), trabajó duro, muy duro, construyendo viviendas, hospitales y escuelas, canalizando el agua y desarrollando la producción agrícola. Formando a los niños y desarrollando estructuras de formación profesional. Y tratando de equiparar los derechos de la mujer a los del hombre, ofreciendo microcréditos para la creación de pequeñas empresas.

Y conociendo todo esto decidí apadrinar. Y apadriné una preciosísima niña a través de la Fundación. 18 euros al mes. Tú sabes que realmente tu dinero no llega directamente a esa niña, pero que contribuye a que tenga un futuro mejor porque se destina a desarrollar la comunidad en la que vive.

Y así cada poquito recibo información sobre la niña, fotos y dibujos, cartas incluso. Me hace mucha ilusión. También mandan un informe con lo que se hace con el dinero, los proyectos que están en marcha, los que se están desarrollando para el futuro.

En la página de la fundación también puedes ver que organizan viajes a la India, con parada en Anantapur. Allí te enseñan las escuelas, los campos, los proyectos… Allí puedes conocer a tu apadrinado. Allí a veces conoces a los Ferrer. Me encantaría volver a la India y conocer el trabajo que ha hecho Vicente Ferrer.

Lamentablemente a él ya no podremos conocerle. Ha fallecido, en Anantapur, esta madrugada a los 89 años. Espero que tanto su mujer como su hijo, y sus colaboradores, sigan adelante con el trabajo que él inició en 1952.

(Foto tomada en Luni, julio de 2006)



miércoles, 17 de junio de 2009

LA INSOPORTABLE GRAVEDAD DEL SER (MUJER)


El sonido del despertador del teléfono martillea mis tímpanos. Pero, ¿dónde demonios puse el móvil anoche? Cada mañana la misma pelea conmigo misma para despegarme de las sábanas… Por fin lo encuentro. Pulso el botón de “retrasar alarma”. Cinco minutos más, sólo cinco minutos más…

Cinco minutos que no dan más de sí que un giro en la cama. De nuevo el martilleo. Hoy no puedo hacerme la remolona, tengo entrevistas a primera hora de la mañana y no puedo llegar tarde y con marcas de la sábana en la cara. Enciendo la luz y busco a tientas las gafas. Mierda de miopía… Las encuentro. Veo.

Nada más posar los pies en el suelo soy consciente de que hoy va a ser uno de esos días en que no voy a soportarme ni a mí misma. Miro mis pies descalzos. “Tengo que pintarme las uñas”, pienso.

Me levanto como un zombie y abro la persiana. Hay niebla. “Puff, ya tengo el dolor de cabeza asegurado”. Cruzo la habitación arrastrando los pies. Evito mirarme al espejo, no tengo ganas de verme tan temprano. La esquina del armario se cruza en mi camino, chocando de manera dolorosa con el dedo pequeño de mi pie izquierdo. El impacto recorre mi cuerpo como un relámpago hasta llegar a mi dormido cerebro. Éste, al interpretar el relámpago como un dolor insoportable, decide arrastrar todo mi cuerpo hasta el suelo. Y allí me encuentro, tirada en el suelo apretándome el pie y jurando en arameo.

Lo único bueno del trastazo es que me ha despejado la mente. Lo malo es que aún estoy de peor humor que al posar los pies en el suelo. En la cocina descubro que no hay café hecho y no me da tiempo a preparar una cafetera, así que no me queda más remedio que prepararme un café granulado, que por mucho que sea Nescafé, no es lo mismo, no me despierta igual.

Mientras caliento la leche voy al salón a por el tabaco. Vuelvo a la cocina. Abro el microondas. No está del todo caliente. Vuelvo al salón a por el mechero. Vuelvo a la cocina. Abro el microondas. Ahora está cociendo. Añado leche fría. Añado el café. No añado azúcar porque no queda. Y de repente, sin ton ni son, añado unas silenciosas lágrimas.

“¿Y ahora a qué viene esto?” me pregunto a mí misma en voz alta. No lo entiendo. Vale, es un día gris como otro cualquiera, con un mal despertar como otro cualquiera. Sí, te has dado un golpe en el pie y te estás tomando un café asqueroso pero… ¿justifica eso las lágrimas?

Como vienen, se van y casi me olvido de ellas hasta que, después de meterme en la ducha, descubrir que no queda champú, salir de la ducha a buscar otro bote llenando de agua el suelo de baño, volver a la ducha, lavarme el pelo, hacerme un corte en la pierna con la hojilla de afeitar, salir de la ducha, ponerme el albornoz, secarme el pelo, darme crema hidratante en el cuerpo y antiarrugas-antiojeras-antideshidratación-maquillaje en la cara,… me enfrento al armario. La angustia se apodera de mí… “¡Dios mío! ¿Qué me pongo?”. Tras cambiarme tres veces de ropa, zapatos incluidos, porque no me gusta el modelito y una cuarta porque me he manchado la camisa con el maquillaje, corro (qué digo, vuelo!), hasta el espejo a pintarme los labios. Y en ese momento descubro que en ese escaso cuarto de hora transcurrido desde que me maquillé, en mi cara ha tenido lugar el curioso fenómeno del surgimiento de la nada de un estupendo grano en la mismísima punta de mi nariz. Me miro al espejo, desconcertada, que ya no tengo edad para granitos, joder... Observo un ligero movimiento de mi barbilla. Después un puchero infantil. Finalmente un llanto tan incontrolable como incomprensible.

Cuando ya no puedo llorar más y me doy cuenta de que estoy haciendo el gilipollas mirándome al espejo con los ojos rojos como tomates, dejo de llorar. Igualito, igualito que cuando a un niño en plena pataleta le distraes con un caramelo y el llanto cesa de manera tan súbita como comenzó. Pues así mismo. Me limpio dignamente los mocos de mi nariz coronada con un grano, me echo colirio en los ojos y los embadurno de maquillaje de nuevo. “Ale, a currar”

Y así, subida en mi tacón y divina de la muerte, tras dos ataques de llanto incomprensible, me monto en el coche. De camino al trabajo voy escuchando la radio y me parto de la risa con las bromas de los 40 Principales.

Cuando llego al trabajo, barrunto un “buenos días” al jardinero, le echo la bronca a la recepcionista por tardar en abrir la puerta, mando a paseo (educadamente, eso sí) a un comercial que me espera en recepción y me dejo caer en el sillón del despacho.

En ese momento decido analizar qué coño me pasa esta mañana. Recurriendo a la teoría de la inteligencia emocional, trato de identificar mis sentimientos. No estoy apenada, ni triste, ni confusa… sólo de mala leche y con ataques de llanto incontrolables. Por más que busco un motivo emocional, no lo encuentro. Cojo el calendario que hay sobre mi mesa… a ver si es que se me ha pasado por alto algún acontecimiento nefasto ocurrido en este día en años anteriores y mi inconsciente sí lo recuerda… 17 de Junio… No. Nada.

Y de repente… caigo en la cuenta. 1,2,3…11,12,13…19,20 y 21… Ahora sí que no sé si reír o llorar…

Sólo es el primero de “uno de esos días”.

martes, 9 de junio de 2009

CONGRESO GASTRONÓMICO


La semana pasada tuve la fortuna de acudir a un congreso que se celebraba en Bilbao, ciudad que no conocía y de la cual tenía un concepto absolutamente erróneo.


Han sido cinco días de auténtica orgía gastronómica y cultural, de contacto con una ciudad que dista mucho de la imagen de ciudad gris y sucia que yo tenía, con gentes amables y tradiciones de siglos.

Comenzamos el congreso con un cocktail de bienvenida en el Museo Guggenheim que es, simplemente, espectacular. Pudimos disfrutar de una breve visita por el museo, admirando algunas de las obras, entre las que destacaría la colección permanente "La materia del tiempo" del escultor Richard Serra, un conjunto de esculturas en que puedes entrar, rodear y recorrer con una curiosa sensación de vértigo, de arte en movimiento.

También destacable la instalación "Quiero creer" del artista chino Cai Guo-Qiang, consistente en un conjunto de coches suspendidos en el aire.


Y junto al arte... la ciencia. Esta vez en el Palacio de Congresos y de la Música (Euskalduna Jauregia), donde ha tenido lugar el congreso de geriatría del 3 al 6 de Junio. Un gran espacio para el encuentro profesional y para el intercambio de los avances en el sector que tiene lugar cada año por estas fechas.

Pero sigamos con la gastronomía y la cultura... Cena típica el viernes en el Museo Marítimo de la ría. Unas impresionantes carpas repletas de tabernas en miniatura, cada una con un pintxo típico regado con txakoli... Y para redondear la velada, una exhibición de deporte rural vasco (Herri kirolak): traineras por la ría, aizkolaris cortando troncos y, por supuesto, el harrijasotzaile o levantador de piedras más reconocido, Iñaki Perurena, junto con su hijo Inazio Perurena.



Resulta impresionante observar la fortaleza y resistencia de estos hombres practicando actividades tan extrañas en otras tierras. En este punto tuvo lugar una anécdota que nos hizo pensar que los tópicos, tan tópicos... no son más que la pura realidad. Contaba el presentador del acto cómo en una competición hace años entre vascos y australianos, estos últimos derrotaron estrepitosamente a los vascos. Y los vascos dijeron: "!Qué cojones! ¿van a ganar los australianos a los vascos? Eso no puede ser!!!" (léase con acento puramente vasco). Y efectivamente, descubrieron que los australianos usaban un modelo de hacha diferente... que importaron al País Vasco. Y desde entonces.... !ganan los vascos! Jajajaja

(Sí, no pude evitar hacerme una foto con Iñaki Perurena)


Continuamos el periplo gastronómico con una impresionante cena a base de anchoas, besugo y carne roja en la sidrería-asador La Gabarra y un paseo, taberna a taberna, por las Siete Calles del Casco Viejo de Bilbao.

Y para remate la cena de clausura en el Euskalduna... dos castellanos sentados en la mesa con tres vascos y cinco catalanes. Conversación que creo merece un post para ella sola, así que la dejaremos para otro día.

En fin, Bilbao gastronómico y cultural, un 10. Por mi parte... comenzando la dieta...

martes, 2 de junio de 2009

COSAS QUE PASAN

A veces te ocurren en tu vida cotidiana cosas pequeñas, sin importancia, pero que realmente te dejan un poco "patidifusa". Os voy a contar la última que me ha ocurrido a mí.

El viernes pasado contacta conmigo por teléfono una empresa de formación para ver si puedo impartir unos cursos y quedan en enviarme un mail con la documentación que precisaban. Me dicen que les urge un poco, que les envíe la documentación enseguida... Yo miro el correo el viernes por la noche y nada... Así que me despreocupo hasta ayer por la mañana. Cuando abro el correo, me encuentro un mail de esa empresa, que reza así (copio-pego):

"MANTUVIMOS EL VIERNES POR TELEFONO UN CONVERSACION EN LA QUE QUEDAMOS EN QUE NOS ENVIAMAS EL CURRICULUM Y LOS TITULOS DE PAICOLOGIA Y MASTER.
FINALMENTE ¿nos los vas a enviar?"

Mi primera reacción fue darle a "eliminar" directamente porque me pareció surrealista que alguien que está interesado en tu persona para un trabajo, alguien cuyo curro es sentarse delante de un ordenador y escribir (sea lo que sea), alguien que se dedica a la formación de otras personas, alguien que trabaja directamente con profesionales, sea capaz de escribir semejante correo. Sin saludos, en mayúsculas, con errores ortográficos... Al final no pude resistirme a contestar:

"Hola! (No cuesta nada saludar)
Pues pensaba hacerlo, pero después de este mail... no.
Un saludo (No cuesta nada despedirse)
PD. Las mayúsculas en estos entornos son gritos..."

¿Pero ésto es una empresa seria? ¿Y es una empresa de formación? ¿De qué, de borregos?

Paso.