lunes, 26 de octubre de 2009

Against all odds



Luchar... contra viento y marea.
Contra el orden preestablecido de las cosas.
Contra las distancias físicas y mentales.
Contra el absurdo que en ocasiones nos atrapa.


Luchar... contra todas las probabilidades.
Contra las quinielas que creemos perdidas.
Contra las rutinas que nos desgastan.
Contra la razón cuando la razón nos castiga.


Y huir del absurdo pero en ocasiones refugiarnos en él.
Y huir de la razón pero en ocasiones consolarnos en ella.


Y luchar... contra todo lo que nos aparta de lo que queremos.
Y jurarnos seguir luchando por los momentos llenos de magia
hasta conseguir hacerlos... eternos.




Elena Nito: Gracias por la sugerencia musical...





domingo, 25 de octubre de 2009

Absurda



Absurdas las mañanas de rutina sin besos
Absurdas las tardes de sofá sin abrazos
Absurdas las noches de cama sin sueños

Absurda

Absurdos los gritos que reclaman tus manos
Absurdas las palabras que disfrazan silencios
Absurdas las sonrisas que enmascaran los llantos

Absurda

Absurdos mis dedos tecleando recuerdos
Absurdo este corazón latiendo desafinado
Absurdos mis ojos que miran.. sin vernos

Sin sentido sin ti.





jueves, 22 de octubre de 2009

El laberinto de la duda



La oscuridad se apodera de tu mente.
Incertidumbre descifrando adivinanzas.
Lucha sin tregua con imágenes crueles.
El laberinto te hace su presa.

Ahogándote en pensamientos retorcidos,
la angustia te carcome las entrañas.
El miedo te penetra, enfurecido.
El laberinto te hace su presa.

Tus manos se tintan de sospechas
y tu mirada se pinta de añoranzas.
Peleas por anclarte a las certezas.
El laberinto te hace su presa.

La confusión se expande en el silencio.
Pensamiento irracional de encrucijada .
La noche se convierte en un infierno.
El laberinto de la duda te hizo su presa.




miércoles, 14 de octubre de 2009

Moleskines




Pedazos de vida,
condenados a remar
en galeradas de olvido.

Imágenes y fragancias
escritas en fuego,
grabadas a pluma
en cuadernos de bitácora
de viajes terrestres
y vuelos infinitos
por sendas inventadas.

Pequeños retazos
cosidos a ratos,
componiendo fragmentos
que dibujan bocetos
de porqués futuros.

Árboles que presienten
bosques, flores que sueñan
jardines. Semillas.
Ideas de pasados entretejiendo
mañanas de futuros inciertos.

Diarios de vida.
Agendas de sueños.
Retales de dudas
y trajes de firmezas.
Escritos a pluma.
Grabados en fuego.






martes, 13 de octubre de 2009

Adares, el poeta del Corrillo

"Aquí os dejo
mi imagen
pero os aseguro
que ella no lo sabe".
(Adares, Mesa Reñida, 1989)

"Quedeme quieto aquí y acurrucado
en esta plaza de vivir prodigios
escaleras sin letras de tristeza
ni frío estrofa del invierno"
(Adares, Plaza del Corrillo. La voz de la Tristeza, 2000)

Ayer, mientras revolvía entre papeles y libretas viejas, me vino a la mente una imagen. La de un viejo de barba blanca sentado en una silla plegable junto a una mesa llena de libros o caminando por los soportales en la Plaza del Corrillo de Salamanca.



Se llamaba Remigio González, pero todos le conocíamos como Adares. Y digo todos, porque absolutamente todos los que pasábamos por aquella plazoleta, entrando o saliendo de la Plaza Mayor, guardamos esa imagen de la fotografía superior en la cabeza. A primera vista te podía parecer un loco callejero - y quizás lo era un poco, sólo un loco defendería de aquella manera su pasión por la poesía, deliciosamente loco -, pero Adares era un poeta que vendía su poesía en aquella plaza. La vendía en forma de libro o en cuadernillos o poemas sueltos. Recuerdo haber comprado un par de ellos en alguna ocasión, y hoy me duele no saber qué hice con aquellos poemas.

El poeta callejero que escribía a la Salamanca que tan bien conocía y a sus gentes, se sentaba al sol o caminaba de la silla a las escaleras, rápido en ocasiones, más lento cuando el Parkinson fue haciendo mella en él. Autoeditaba sus poemas, aquellos libros y cuadernos... y luego, ya en los finales de los 90 se interesaron algunas editoriales por él.



Adares es uno de esos poetas que no fueron profetas en su tierra. Y no me refiero a su éxito, que lo tuvo y grande, entre sus paisanos,  estudiantes y turistas que se tropezaban con él en su pequeño rincón... Reconocido, admirado y querido por el pueblo llano... no lo ha sido tanto por las autoridades y administraciones de esta ciudad  que presume de su cultura, pero que no es capaz de reconocer a quien la crea y alimenta. Desde su muerte en 2001 se viene solicitando - sin éxito por el momento -la instalación de una escultura en aquel su pequeño rincón de la plaza del Corrillo. Porque aquella plaza, sin Adares, no es la misma...

Espero, muchos lo hacemos, ese reconocimiento final de la ciudad al poeta que le dio tanta vida. Por mi parte... seguiré revolviendo papeles hasta que encuentre aquellos poemas que compré, si no recuerdo mal, por cien pesetas...









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Reedito el post para dejaros una dirección de un grupo creado en Facebook para apoyar la escultura de Adares en la Plaza del Corrillo. Si tenéis Facebook y os interesa apoyar esta pequeña, pero para muchos gran causa, uníos al grupo. Muchos salmantinos os lo agradeceremos.

http://www.facebook.com/home.php?#/group.php?gid=103429680404&v=wall&ref=nf


jueves, 8 de octubre de 2009

Aunque lo llames de otra forma...

















Es una mirada, una caricia entre mil besos.  
Un ángel sin alas, un demonio sin infierno.    
Es una llama, una humarada, es un incendio, 
es el calor contigo y es el frío en tu silencio. 
Es alegría y es tristeza, es contradicción,    
es una debilidad, es fortaleza, es la pasión.    
Es la amargura, es el alivio, es la fuerza,       
es un amanecer, es el día que despierta,       
y es la noche, es las estrellas y es la luna,     
es la suerte, es la superstición, es la fortuna. 
Es el sol, es las nubes, es la lluvia,                  
una niebla que te ilumina y que te nubla.
Es la brisa, es la ráfaga, es el viento,                
que te sopla, te obnubila, es un tormento.      
Es un "te quiero", un "te necesito", un "te deseo",
es un alma enredada entre dos cuerpos.   
Es una playa, una montaña, es una roca    
una marea que te empuja y que te ahoga.     
Una pregunta, mil respuestas, un algoritmo,
es un continuo vivir al borde del abismo.    
Es la locura, es cordura, es sinrazón,             
aunque lo llames de otra forma... es amor.    





miércoles, 7 de octubre de 2009

Ecuaciones de segundo grado



Hay ocasiones en que la vida nos pone en situaciones en que las personas y sus comportamientos, sus reacciones o sus faltas de reacción, se nos presentan como si fueran una ecuación de segundo grado. Una ecuación que necesitamos resolver para dejar de sentir miedo y apartar la negra sombra de la  incertidumbre de nuestra mente.

Necesitamos darle significado a los vacíos, a los silencios, a nuestras dudas. Cuando no tenemos toda la información vemos por todas partes incógnitas, a veces elevadas al cuadrado, algunas a la enésima potencia. Incógnitas que precisamos resolver para ordenar nuestro mundo. Muchas veces lo hacemos de manera casi irracional, dejándonos llevar por los sentimientos, por las vísceras, más que por un pensamiento ordenado. Otras veces, en cambio, tratamos de racionalizarlo tanto que podemos perdernos en la certeza de nuestra propia lógica.

Partimos de las constantes (las experiencias vividas, los hechos presenciados, lo que tenemos claro, lo que hemos visto,  lo que sabemos sin necesidad de actos de fe), nos enfrentamos a las variables (los quizás, un comportamiento extraño en una situación determinada, las palabras dichas demasiado en serio o demasiado en broma, una mirada huidiza, los silencios a destiempo) y vamos moviendo las piezas. Una x por aquí, una y por allá. Restamos, sumamos, multiplicamos... hasta nos atrevemos con las integrales con tal de dar con una solución que nos resulte satisfactoria, que nos tranquilice, que nos aparte el miedo y nos calme la ansiedad.

Y en ocasiones nos perdemos en este juego algebraico, que nos enreda de forma casi diabólica. Escasa información, demasiada intuición. A veces incluso al revés, saturados de información y abandonados por esa intuición que siempre nos ha mantenido a salvo de los errores. Siempre se nos escapa algo, no encontramos la salida del laberinto.

Y es que no todas las ecuaciones tienen solución. Algunas incluso tienen un infinito número de soluciones plausibles. Y nosotros, matemáticos aficionados, derrotados ante la imposibilidad de llegar a un resultado cien por cien preciso, terminamos elaborando una respuesta que asumimos, equivocada o acertadamente, como axioma existencial. Y lo hacemos como necesidad vital. Como forma de explicarnos un mundo que se nos hace, en ocasiones, excesivamente doloroso en la complejidad de sus incógnitas.






lunes, 5 de octubre de 2009

En mi regazo



Me sumerjo en mi propio regazo. Ávida de cariño. De esa protección que tanto me cuesta encontrar. Sola. En los profundo de mis entrañas me siento perdida. Entre sonidos y ruidos estruendosos me hallo sorda. Ciega ante mundos de colores brillantes y luminosos. No veo. Todo está oscuro.

Me recojo en mi regazo. Niña y madre. Protegida y protectora al mismo tiempo. Y consigo convertirme en luz para mis ojos. Hallo fuerzas en la nada y me caliento en la hoguera de todos los sentimientos que he ido quemando en el tiempo y el olvido.

Me abrigo en mi regazo. Comienzo a sentir la sangre recorriendo mis venas otra vez. Sangre que noto hirviendo en un sueño de resurrección. Ave fénix luchando por recuperar el tiempo que perdió al querer volar con alas rotas. Y logro sentirme yo misma. Inhalo mi propia esencia, devoro mi espíritu.

Me recompongo en mi regazo. Un sudor sanguinolento se desliza por mis alas. Alas de libertad que despliego al viento. Y remonto el vuelo. Y atravieso las nubes de un cielo lleno de dudas y porqués. Torbellinos de preguntas sin respuesta. Tormentas de silencios y vacíos. Y, de pronto, un cielo claro.

¡La luz! He hallado la luz que perdí en el ritual de la desesperanza. ¡Soy la luz! Y el color vuelve a mis ojos. Y sigo el murmullo de mi corazón, dándome vida. Y doy un nuevo paso, inseguro pero con intenciones de firmeza.

Lo he logrado. Encontré el calor en mi regazo, en mi propia esencia. En los profundos abismos de mi alma. Y en mi regazo vuelvo a sonreir.






Reciclando: Febrero de 1996

sábado, 3 de octubre de 2009

Tres puntos suspensivos...



Por un momento puedo ser
coordinación adversativa
y ser, instantes después,
conjunción copulativa.

Puedo ser interrogante,
o asombrosa exclamación,
afirmativa en las certezas,
ante la duda, negación.

Punto y coma esta mañana,
tarde de punto y seguido,
noches de punto y aparte.
Soy tres puntos suspensivos...

Esdrújula en ocasiones,
palabra llana las más,
aguda cuando me pinchas,
hiato cuando no estás.

Una oración transitiva
de predicado compuesto,
indirecta en mil cuestiones,  
directa como complemento.

Tilde acentuando tu nombre,
un adverbio sin lugar,
una oración dubitativa,
Jamás un punto y final.




viernes, 2 de octubre de 2009

Mordiscos al alma












Momentos
en que faltan mordiscos al alma;
cuando hasta gritan los cuerpos.

Añoranzas
que dibujan los esbozos de unos besos.

Anclas
para atarnos a la certeza de un recuerdo
entretejido con magia.

Momentos
en que un abrazo falta;
cuando duelen los silencios.

Una mirada
que calme la presión en el pecho.

Una palabra
que transporte al más dulce de los sueños,
en que el corazón no sangra.

Basta
un te quiero,
como luz al final del túnel
de la nostalgia.



jueves, 1 de octubre de 2009

El hombre que perdió su sombra





Al darse la vuelta, en una mañana extrañamente soleada, la encontró tras él. En su interior lo agradeció profundamente, porque aquel encuentro le sacaba de su condena a la soledad. Su mirada, clara y concisa, le libró de las cadenas de la incompresión, del odio y de las injusticias de su entorno.

En su compañía aprendió a disfrutar de la luz. Comenzó a hablar en voz alta, a confesar secretos y matar apariencias. Y aquella sombra siempre estaba allí, en silencio, asintiendo y mirándole con sus grandes ojos, claros y concisos.

Él conoció la libertad de las palabras y el goce del llanto sin vergüenza afloró en su mirada. Ella le entregó el alivio, mientras las lágrimas mojaban su cuerpo oscuro, su cuerpo de sombra.

Ella era la afirmación y la negación silenciosas. Era el llanto y la risa. Ella era su sombra, siempre a su lado, detrás, delante, siempre a su lado... siempre envuelta en el silencio de la dependencia y la necesidad.

Pero aquel hombre acostumbrado a la soledad - solitario confeso- comenzó a notar un peso a sus espaldas. Su sombra, apoyada en él, ahora caminaba sus pasos.

Y sintió la necesidad de otro tipo de libertad, de nuevas sensaciones, y para liberarse de su sombra, caminó en silencio, de nuevo, hacia las sombras. Miró a su alrededor. Ella había desaparecido, fundiéndose en la oscuridad. Tan sólo oyó sus pasos, ligeros y concisos, alejándose de él.

El hombre intentó desplegar las alas de su nueva libertad. Pero al tratar de echar a volar, descubrió que no eran sino un plumón negro, incapaz de elevarle en la gloria de un vuelo.

Caminó errante por las sombras, buscando el sendero de regreso a la antigua luz... Lo encontró. Y al llegar buscó su sombra junto a sus pies. Pero ésta no estaba. Se dio cuenta de que le costaba caminar. Y arrastrándose, regresó a su mundo de tinieblas. Borracho de añoranza recorrió cada camino, rasgando sus rodillas, en busca de aquella sombra que le había liberado y a la que él, solitario confeso, había condenado al destierro.

Y entonces la vió. Entre penumbras. Atada a otro hombre, surgiendo de sus pies y abrazada a su pecho. Su cuerpo ya no era oscuro. Había tomado color. Su mirada clara y concisa se dirigió a él.

Su boca se abrió en una exclamación silenciosa: el hombre había perdido su color y su cuerpo se difuminaba en la oscuridad. Cientos de cadenas rodeaban su alma. Se había tragado la llave.






(Imagen: Segismundo encadenado de Salvador Dalí)
Reciclando: Febrero de 1996