lunes, 29 de junio de 2009

EL VERANO COMIENZA LA NOCHE DE SAN PEDRO


Ocurrió hace quince años, quizás dieciséis… Una noche de San Pedro.

En un pueblo del norte, un pueblo de calles estrechas, empinadas escaleras y casas de colores que parecían colgadas sobre el puerto. Un pueblo de aroma marinero, de gentes amables de voces alegres.

Un pueblo que celebraba sus fiestas grandes. Un pueblo reunido en una plaza para escuchar L´Amuravela que, como año tras año, siglo tras siglo, comenzaba así:

En el nombri de Jesús
y la Virgin Soberana,
vou ichar l'Amuravela
comu San Pedru asperaba.

Entre el gentío había una niña, de unos quince años, quizás dieciséis. Perdida entre la multitud y sin entender una palabra de pixuetu, en lugar de escuchar sólo buscaba. Buscaba una cara, buscaba unos ojos. Le rogaba a las xanas (esas pequeñas hadas que acababa de conocer) que lo trajeran hasta ella.

Y sus ruegos fueron escuchados y allí, en el puerto de Cudillero, oliendo a mar y a fiesta, sus ojos verdes se reencontraron con aquellos ojos negros. Era un guaje de unos catorce años, quizás quince. Él le guiñó uno de esos ojos negros y, sonriendo, desapareció de nuevo entre la gente.

El día se hizo largo. Hasta que el mar se tragó el sol y el día se transformó en noche. La noche de San Pedro. La noche mágica en que, desde entonces, comienza el verano.

Se encontraron de nuevo a la puerta de la Iglesia de San Pedro. En el revuelo de las risas aún infantiles, con la música de la verbena como banda sonora de la escena, él se acercó a ella y cogiéndola de la mano la condujo por las escaleras que hay tras la iglesia, hasta uno de los miradores. Y mirándola con aquellos ojos negros dijo, susurrando: “Hola niña”. Ella respondió con un hilo de voz, “hola guaje”. Y entonces él la besó. Con esos labios adolescentes, que sabían a fiesta y a mar.

Y a aquel siguieron muchos besos aquel verano. Besos de risas y playa. Besos de arena y miradores. Besos de olas y sueños. Besos de xanas y praderas. Besos de verano y de juventud.

Y el verano acabó con un corazón de plata dividido en dos mitades, una mitad reflejada en unos ojos negros. Otra mitad en unos ojos verdes. Dos pares de ojos que lloraron el final de un verano que, sabían, nunca volvería a repetirse.

Y desde entonces, el verano comienza la noche de San Pedro.


10 comentarios:

ana dijo...

Plena adolescencia... allí estabas tú, en el tiempo en el que el mundo estaba aún por descubir.
Deseo que aún resida en un rincón de tu mirada la adolescente que un día fuiste. Que no permanezca sólo en una foto, en las calles de aquel pueblo...

María dijo...

Ana, para bien o para mal... aún queda algo, aún queda. Un fuerte abrazo

ana dijo...

Para bien... siempre.

Hoy, noche de San Pedro... ;)
Se respira tranquilidad en mi casa... será la noche, y una de las cosas que tenía pendiente era ésta... leer tu blog, con la mente despierta. Serenamente.

Y ha sido un estupendo paseo.

;))

María dijo...

Gracias Ana!

Modestino dijo...

"Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello, que me deslumbraba. Aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba de la gloria en las flores, no hay que afligirse. Porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo..... ". Tu puedes decir esto con todos los argumentos.

Una vez estuve en Cudillero: precioso¡¡¡¡

sunsi dijo...

Rocío... acabo de escribir un comentario y no sé qué me pasa con tu blog... a veces se borra.Da igual. Lo intento de nuevo.

Es delicioso el relato real. El amor de verano, de lo quince años. Crees que no habrá otro igual. Y la despedida contrareloj ... que parece que las lágrimas no se acaban nunca. Y que nunca más podrás enamorate así...

¿Recuerdas el Dúo dinámico? "El final... del verano... llegó... y tú partirás... "

Qué bonito escribes... Rocío, la chica del cigarrillo. Me encanta esta foto tuya.

Máster en nubes dijo...

Me encanta, Rocío, y saber que siempre habrá besos y veranos tan buenos como los de la adolescencia, o incluso mejores. Que lo disfrutes.
Aurora

Anónimo dijo...

Muy buen relato. Me lleva a otos veranos muy cerca de Cudillero pero muy lejos en el tiempo. Y otros besos, con sabor diferente a los de ahora.
Gonzalo Viveiro

María dijo...

Modestino... "la belleza siempre subsiste en el recuerdo". Qué cierto es. Tendemos a olvidar las cosas malas, a quedarnos con lo bueno, al menos yo. Cudillero, un pueblo entrañable y precioso. Vuelve. Siéntate en el puerto y disfruta de una buena mariscada... Mmmmmm, qué rico!!!

Sunsi... !que me sacas los colores!!! Gracias de nuevo.

Aurora... Habrá otros veranos, quizás mejores. Pero aquél fue tan especial!!!

Gonzalo... Me alegra haberte hecho evocar esos veranos. Dejan un recuerdo tan especial!

Anónimo dijo...

Has conseguido el ambiente perfecto para una preciosa historia de amor.
Que sabor tan distinto tienen los amores adolescentes.
Salu2