martes, 21 de julio de 2009

No se me importa un pito...




Frases...
Castillos...
Momentos ...


La voladora Mª Luisa de Oliverio Girondo...


"No se me importa un pito que las mujeres
tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de sorportarles
una nariz que sacaría el primer premio
en una exposición de zanahorias;
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono,
bajo ningún pretexto, que no sepan volar.
Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase,
tan locamente, de María Luisa.
¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos?
¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo
y sus miradas de pronóstico reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina,
volaba del comedor a la despensa.
Volando me preparaba el baño, la camisa.
Volando realizaba sus compras, sus quehaceres...
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando,
de algún paseo por los alrededores!
Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado.
"¡María Luisa! ¡María Luisa!"... y a los pocos segundos,
ya me abrazaba con sus piernas de pluma,
para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia
que nos aproximaba al paraíso;
durante horas enteras nos anidábamos en una nube,
como dos ángeles, y de repente,
en tirabuzón, en hoja muerta,
el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera...,
aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas!
¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes...
la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer una mujer etérea,
¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre?
¿Verdad que no hay diferencia sustancial
entre vivir con una vaca o con una mujer
que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender
la seducción de una mujer pedestre,
y por más empeño que ponga en concebirlo,
no me es posible ni tan siquiera imaginar
que pueda hacerse el amor más que volando."

15 comentarios:

Driver dijo...

Las chicas voladoras, de pequeñas, son saltarinas.

EL SALTO

La alegría. En estado puro. Era ella.

Todas las ciudades del mundo tienen una avenida donde salta una niña.Las baldosas de la avenida eran blancas y azules. Una baldosa azul y tres baldosas blancas. Una y tres. Azul y blanca.


El camino de casa al colegio pasaba por la avenida bicolor. Era el mejor momento del día. La niña del cuento se disponía a cruzarla. Se concentraba, pues cada día lo hacía de una forma.

Los lunes de una en una; azul-blanca-blanca-blanca-azul.

Los martes de a dos sin retroceso; azul-blanca, blanca-blanca, azul-blanca…

Los miércoles de a dos con retroceso, azul-blanca, blanca, blanca-blanca, blanca, blanca-azul, azul…

Jueves, día de libertad, sin orden: blanca o azul, azul o blanca, blanca o azul, azul o blanca.

Viernes, con ritmo: blanca y azul, azul y blanca, azul y/o blanca, blanca y/o azul.

Sábado: no hay colegio pero toca también. Blancas con blancas.Azules con blancas.

El cielo azul.Las nubes.Blancas.

Las niñas de los cuentos aprenden solas las canciones de la vida.Cantan entre los huertos las melodías de los colores.Precipitan los ritmos ancestrales.

La educación oficial se concentra en la tabla de los contenidos y los continentes.

La educación natural se fija en las tablillas rojas del vallado de la casita, en la bisagra verde de la cancela, en las baldosas bicolores de las avenidas.

Los papás de la niña del cuento, la matricularon en un colegio donde el ejercicio físico era muy importante.Al final de cada trimestre se organizaban competiciones deportivas, donde las ganadoras eran dignificadas con las hojas de los laureles de un bosque que se extendía alrededor de la ciudad.


La niña del cuento tenía unas piernecillas de goma, pues de tanto saltar, sus músculos se habían plastificado para siempre.


Cada vez que tenía que coger algo de la alacena, procuraba que estuviera en el último estante, para así, obligarse a saltar.Si estaba paseando con una amiga y jugaban a coger flores, siempre se lanzaba a por las más altas.


La niña del cuento corto se dirigió con sus papás al festival deportivo del colegio.Como la niña de la ciudad rodeada de laureles era pequeña, sus profesores le habían encomendado la tarea de llevar agua a las niñas mayores.Así que la niña del cuento iba y venía con sus botellas de agua mineral, de un lado para otro. Saltando.

Driver y fin dijo...

Las niñas mayores, los papás de las niñas mayores y los profesores contratados por los papás de las niñas mayores, se tomaban las competiciones muy en serio.


Las niñas para hacerse mayores se tienen que responsabilizar, dominar sus emociones y disciplinarse.


Para conseguir este objetivo nada mejor que competir. Competir para ganar.


Las niñas mayores de la ciudad donde había avenidas bicolores, saltaban para ganar. Así que la técnica consistía en coger carrerilla, lanzarse a toda velocidad, elevarse sin pisar la raya blanca y caer en el cajón de la arena, lo más lejos posible de la marca blanca.


Tan fácil y tan complicado a la vez.


Conforme avanzaba la competición, los aledaños de la pista se poblaban de niñas tristes que habían sido eliminadas. Las unas por pisar la raya blanca, las otras por no alcanzar la marca de 180 cm considerada como mínima.


La tensión aumentaba conforme la marca de clasificación era mayor.Con los 185 cm una niña mayor con cabellos rubios lloró amargamente. Con los 190 cm una oleada de adrenalina se apoderó de la tribuna de los padres. Con los 200 cm los profesores del colegio empezaron a sentir que estaban en las Olimpiadas.


Al final de la competición se entregaron los premios a las ganadoras y se recogieron las lágrimas de las perdedoras.


La niña pequeña de nuestro cuento se había pasado la tarde llevando agua a las niñas mayores, a las que lloraban y a las que estaban muy serias.


Había algo que no comprendía. Si saltar era tan divertido, por qué no había ni una cara alegre.


Tenía que hacer algo al respecto.Tal vez las grandes decisiones de la historia se tomaron así, de una forma sencilla.


Si la Tierra es redonda, navegando hacia el este, volveré por el oeste.Si la manzana cae sobre mi cabeza, será porque algo la atrae.


SI LO BELLO ES EFIMERO, LA BELLEZA ES ETERNA.


La niña le dijo a su padre que mirara. Se dirigió a la pista para saltar con alegría. Se concentró como cuando tenía que pasar por la avenida bicolor.Tomó carrerilla, batió alegremente la zancada y voló.


Blanca-blanca-blanca-blanca-blanca.Azul.


La alegría.


En estado puro.


Era ella.

María dijo...

Genial, Driver, como siempre.

A mí de niña me encantaba jugar a no pisar las rayas de las baldosas... El camino se hacía más entretenido.

ana dijo...

Un lujo pasarse hoy por aquí.

Blanca, blanca, blanca... azul.

Las chicas voladoras, de pequeñas, son saltarinas.

Y por más empeño que ponga en concebirlo,
no me es posible ni tan siquiera imaginar
que pueda hacerse el amor más que volando.

Blanca, blanca, blanca... azul.

Un saludo.

sunsi dijo...

María Luisa atravesó el papel. De las tapas que albergaban un cuento. De un cuento que escribió una princesa.
¿Cómo me meto en un cuento y vivo otra vida... un ratito sólo y salgo con plumas y de repente sé volar...como María Luisa?

Aplausos terrestres, Rocío.

María dijo...

@Ana... saltarina... gracias por tu visita.

@Sunsi... no hace falta que te metas en ningún cuento. Sé de sobra que tú sabes volar!!!

Suso dijo...

Uno ,antes de dormir, le gusta imaginarse paisajes que ha conocido volando.¡Y vuelo!

María dijo...

Es que menudo pájaro eres tú, Suso. Dicho desde el cariño, ¿eh? jeje

Olga Bernad dijo...

Hola, Rocío. Desde que me dejaste tu comentario tenía pendiente una visita por aquí. He sobrevolado un poco tu bitácora y me he encontrado con esta entrada.
Es cierto, no hay nada menos atractivo que mirar a alguien y tener la completa seguridad de que nunca despegará del suelo, de que ni siguiera por un momento su cabeza rozará el cielo ni te llevará con él.
A mí me ha hecho recordar la canción de Sabina:
"Algunas veces vuelo y, otras veces,
me arrastro demasiado a ras de suelo..."
Un saludo.

NÚRIA dijo...

Esste poema lo seleccioné en el blog de muñecas...me encantó y me sigue encantando cada ves que lo leo...Saludets...

Anónimo dijo...

Todo vuelo es finito y termina con una aproximacion a tierra,que es donde estamos la mayor parte del tiempo. Tal vez debamos preocuparnos mas de aprender a andar o correr si es preciso

María dijo...

Pues yo más bien creo que lo que nos tiene que preocupar es el aterrizaje...

Foe dijo...

Pues a mi no me preocupa para nada aterrizar. Porque, si aterrizo, sera sobre una nube y asi de nube en nube me mantengo aereo.

María dijo...

Hola Foe! De eso precisamente, creo yo, habla Girondo... de esa mujer que va de nube en nube y que le lleva a él, del mismo modo, de una nube a otra.

Pero como decía Anónimo... tras un gran vuelo, en ocasiones no queda más remedio que poner los pies de nuevo en tierra. Y a veces el aterrizaje es duro, muy duro. Se está tan a gusto volando!!!

Alfonso Carlos dijo...

Bueno.. hay gente de aire ,de mar y de tierra. Es cuestion de tomar partido. Yo soy de mar y de aire