miércoles, 7 de octubre de 2009

Ecuaciones de segundo grado



Hay ocasiones en que la vida nos pone en situaciones en que las personas y sus comportamientos, sus reacciones o sus faltas de reacción, se nos presentan como si fueran una ecuación de segundo grado. Una ecuación que necesitamos resolver para dejar de sentir miedo y apartar la negra sombra de la  incertidumbre de nuestra mente.

Necesitamos darle significado a los vacíos, a los silencios, a nuestras dudas. Cuando no tenemos toda la información vemos por todas partes incógnitas, a veces elevadas al cuadrado, algunas a la enésima potencia. Incógnitas que precisamos resolver para ordenar nuestro mundo. Muchas veces lo hacemos de manera casi irracional, dejándonos llevar por los sentimientos, por las vísceras, más que por un pensamiento ordenado. Otras veces, en cambio, tratamos de racionalizarlo tanto que podemos perdernos en la certeza de nuestra propia lógica.

Partimos de las constantes (las experiencias vividas, los hechos presenciados, lo que tenemos claro, lo que hemos visto,  lo que sabemos sin necesidad de actos de fe), nos enfrentamos a las variables (los quizás, un comportamiento extraño en una situación determinada, las palabras dichas demasiado en serio o demasiado en broma, una mirada huidiza, los silencios a destiempo) y vamos moviendo las piezas. Una x por aquí, una y por allá. Restamos, sumamos, multiplicamos... hasta nos atrevemos con las integrales con tal de dar con una solución que nos resulte satisfactoria, que nos tranquilice, que nos aparte el miedo y nos calme la ansiedad.

Y en ocasiones nos perdemos en este juego algebraico, que nos enreda de forma casi diabólica. Escasa información, demasiada intuición. A veces incluso al revés, saturados de información y abandonados por esa intuición que siempre nos ha mantenido a salvo de los errores. Siempre se nos escapa algo, no encontramos la salida del laberinto.

Y es que no todas las ecuaciones tienen solución. Algunas incluso tienen un infinito número de soluciones plausibles. Y nosotros, matemáticos aficionados, derrotados ante la imposibilidad de llegar a un resultado cien por cien preciso, terminamos elaborando una respuesta que asumimos, equivocada o acertadamente, como axioma existencial. Y lo hacemos como necesidad vital. Como forma de explicarnos un mundo que se nos hace, en ocasiones, excesivamente doloroso en la complejidad de sus incógnitas.






21 comentarios:

Capitán dijo...

Y hay veces en las que tenemos que acabar suponiendo una solución para poder seguir, pero es importante ser capaz de hacerlo.

churricos dijo...

En este juego algebraico del que hablas, creo que en la mayorisisima parte de las ocasiones, las matematicas no tienen ninguna lógica.
La respuesta nos llama a gritos desde las entrañas, pero no queremos ver el resultado.

Un saludo.

Driver dijo...

Nosotros, mateméticos aficionados, meros amantes de la ciencia pura, anhelamos la respuesta exacta.
Tenemos conocimiento de la belleza que encierra y de la satisfacción que produce.
Esa recta y aquella parábola se cortan en un punto exacto.
Unos dígitos racionales representados por un par de coordenadas precisas.
Nuestros potentes programas informáticos nos modelizan cualquier expresión.
...
Pero somos números irracionales, con un infinito número de decimales, inabarcables de un sólo vistazo.
Asíntotas que se tocan con la curva en el infinito.
...
Al final arrojamos el ordenador por la ventana del cuarto piso, manejamos nuestra vieja regla de cálculo y buscamos el resultado del problema con dos decimales.
Porque sabemos que con dos simples decimales, tenemos una buena aproximación.
Aunque por la noche soñemos con el número de oro.
La divina proporción.

Anónimo dijo...

Desde luego que sí, tratamos de racionalizarla y encontrar cuanto antes la respuesta, cuando esta a veces ni si quiera existe...
Besitos

Rocco Lampone dijo...

Es cierto, siempre buscamos una solución, una justificación, algo que cuadre con lo que rumiamos...

Y es imposible dejar de pensar en algo que no nos cuadra. Es como un dedo dando golpecitos en la frente, toc toc, que hace que nunca lo olvides.
Incluso cuando parecía que ya estabas ocupado en otra cosa, ahí vuelve.

toc, toc.

ana dijo...

Eso me recuerda a la ecuación de la felicidad... quizá nos resultase menos complicado vivir si en vez de ir a buscar soluciones concretas dejásemos que la ecuación se presente con todas sus variables... si nos precipitamos a buscar un solución, es fácil que no demos tiempo suficiente para que se presenten todas las variables, dejarse sorprender ante los resultados.

La vida es un misterio, sorprendente.

Nos has hecho despertar.

Que tengáis una buena mañana.

Un abrazo Rocío.

El Kioskero del Antifaz dijo...

La vida es mucho más sencilla que una ecuación. La ecuación nos supone una dificultad que hay que tratar de solucionar y para ello se requiere un esfuerzo.

Quizá tendemos a hacer lo mismo con nuestras vidas; es decir, nos esforzamos por solucionarlas y con ello lo único que logramos es complicarlas.

Probablemente la diferencia entre la vida y una ecuación, está en que a la primera hay que dejarla fluir sin esfuerzo. En cuanto a la segunda, las ecuaciones... oye, que las resuelvan otros ;-)

Un beso.

molinos dijo...

Para mí que soy una cabra andante, todo el día dándole vueltas a las cosas..la realidad es siempre mucho más obvia y sencilla que la peli que yo me había montado.

Belén dijo...

Yo hablo de vino, tu de matemáticas... pero decimos lo mismo, vamos...

Besicos

María dijo...

Sí, eso es cierto, Capitán. Necesitamos una solución a esos enigmas para ir hacia delante... Así que somos capaces de inventárnosla para que todo tenga un sentido completo. Para protegernos, para quitarnos la incertidumbre de encima...

Churricos, pues fíjate que yo opino justo lo contrario. La mayoría de las veces, las dudas y las incógnitas nos brotan más de las entrañas... y si tratamos de resolverlas visceralmente, acabamos hechos un verdadero lío...

María dijo...

Driver, matemáticamente perfecto!! Pero me refiero más que a buscar el resultado perfecto, la divina proporción... a un resultado que nos satisfaga, que nos alivie, que nos calme... No tiene que ser una respuesta perfecta, puede tener decimales... El caso es que encaje sin demasiados problemas, sin volvernos locos...

Tú lo has dicho, Vane, tú lo has dicho.

María dijo...

Y es que, Rocco, cuando se te mete una idea en la cabeza, una duda, algo que no sabes por qué ha ocurrido... es imposible sacarla de ahí. Toc, toc... como una tortura china...

Ya, Ana, pero somos impacientes, y cuando la duda, el interrogante, te corroe por dentro... no puedes decir: "Voy a esperar a tener más datos"... es una necesidad imperiosa, casi de manera involuntaria tu mente se pone a darle vueltas al asunto...

María dijo...

Kioskero, Sergi, ¿me pasas la fórmula para actuar así? ¿Eso cómo se hace? Gracias por la visita!

Molinos, jajaja, a mí me pasa igual. Soy bastante rebuscada... Cuanto más compleja parece la cosa, más sencillo era el motivo...

María dijo...

Belén... yo hablo de dudas, tú hablas de certezas... Pero sí, ambas hablamos de personas. Besos, buenas vacaciones.

Hyku dijo...

La finalidad de las ecuaciones es tratar de reconfortarnos para creer que no vivimos en un mundo de azar y caos

Besos al cuadrado

Modestino dijo...

Las personas solemos necesitar respuesta, la cuestión es conseguir que la que obtengamos sea acertada.

Máster en nubes dijo...

Rocío, he leído el post varias veces, a veces estoy un poco espesa por las mañanas.

Mira, no sé si el comentario viene o no a cuento, yo creo que a veces damos demasiadas vueltas a las cosas, a las personas, a las situaciones. Una cosa es pensar, y otra empezar a obsesionarse. Y puede pasar, sin querer pasa.

Yo he renunciado a entender a muchas personas, a las que más quiero es a las que más he renunciado, porque también ellos no me entienden a veces, ni uno mismo se entiende y tiene ecuaciones sin resolver, propias, no ajenas, y nos quieren sin embargo.

Lo dicho, cuando uno empieza a pensar si dijo, no dijo, qué dijo, por qué dijo, y tal y cual, en mi opinión, quizás equivocada, malo. Las personas suelen ser más sencillas y no haber ecuación detrás casi, o muy poca. Vamos, van, más deprisa a veces. Y habitualmente no hay lógica para muchas situaciones, no hay tampoco culpas, mala idea o intención, simplemente la vida, que pasa.

O sea, soy una simple, intento no tener ni plantear ecuaciones ni siquiera de primer grado.

Alfonso Carlos dijo...

Uno vive de acuerdo a sus formulas.

Toma decisiones que son la resulta de ecuaciones cuyas incognitas las alimentamos en base a nuestra experiencia vital, o a lo que en ese momento nos sale de los santisimos, que por algo son nuestra comedura de tarro y nuestras dudas.

Como todas las formulaciones, no dejan de ser hipotesis para explicar la realidad que nos rodea.

Y asi pretendemos aproximarnos y explicar la realidad que percibimos, y a veces la que nos conviene, para poder conciliar el sueño.

A mi me encanta formular , que quieres que te diga.

María dijo...

Hyku:
Pues sí, esa es su principal finalidad... tranquilizarnos, aportar orden... Besos

Modestino:
Necesitamos respuestas y orden, como decía Hyku. Lo de acertar o no... es otro tema. Pero yo creo que aunque nos equivoquemos de entrada en las soluciones, al final la realidad nos acaba dando la respuesta por ella misma...

Máster:
Dame la fórmula para no comerte la cabeza, por favor... Es cierto que es tremendo cómo nos comemos la cabeza pero... creo que es inevitable. Hay que llenar los vacíos y nuestra mente lo hace casi de manera inconsciente... Fíjate, me resulta curioso que una persona que escribe y tiene que "indagar" un poco en la mente de sus personajes no se plantee ecuaciones de este tipo...

Alfonso:
A mí no es que me guste formular (aunque hay veces que sí), es que me parece inevitable... Estoy contigo en que necesitamos ordenar el caos que nos rodea, rellenar los vacíos que a veces quedan en conversaciones, en actuaciones... a veces incluso para poder conciliar el sueño. Te entiendo perfectamente.

Besos!!!

sunsi dijo...

Qué tarde llego... princesa. Me ha parecido muy interesante lo que planteas. Además es interesante incluso la forma que has elegido para plantearlo.

Honestamente creo que todos intentamos que las piezas nos encajen. Poder resolver la ecuación. Y a veces no podemos seguir con el razonamiento porque hay lagunas.

El hombre es cabeza y corazón. No pueden ir por derroteros distintos. A veces la ecuación no se resuelve porque no entendemos, no alcanzamos a dscifrar por qué ese comportamiento, por qué esa palabra se ha pronunciado a destiempo , por qué no ha habido palabras cuando nuestra pregunta era tan sencilla. Y entonces va el corazón con sus rellenos, sus intuiciones... Y es posible que acabemos el problema sudando y doloridos. Son las cosas del "querer", de los afectos ... que nos hacen polvo.

Simpre buscamos respuesta ... a no ser que lo que nos rodea nos importe un pimiento... o que el corazón se nos hya hecho duro como una piedra. Prefiero un dolor al encegafalograma plano, consecuencia del analfabetismo emocional.

Sufrimos porque vivimos, porque amamos, sentimos... porque no somos vegetales que sólo necesitan riego, abono y un poco de sol.

No sé, Rocío ... Si te sirve de algo... a mí, esas cosas también me pasan.

Un besazo, guapa.

Jav Rock dijo...

Es como si leyeras lo que se pasa por mi cabeza. Me parece brutal como filosofas, es como si yo mismo filosofara.